Hola amigos, acabo de leer una noticia en marca, hoy hace un año que Villa rompía el cerrojazo de Portugal y España pasaba a los cuartos de final del Mundial... Me acuerdo que no vi ese gol, recuerdo que cuando volvíamos de Sevilla escuchamos los gritos de la gente cuando Villa marcó ese gol, que poco me importaba... ¿Y qué hacía yo en Sevilla? Apurar la última posibilidad de operarme antes de las vacaciones... Y es que aquel 29 de Junio era la víspera de lo que hubiera sido la operación de no ser por una llamada esa mañana diciendo lo contrario porque había entrado una urgencia de Cádiz y no había quirófano... Casi una hora estuve al teléfono discutiendo con la señorita Robles... no había opción, no había quirófano para mí... pero no me iba a quedar con los brazos cruzados, así que a Sevilla a hablar con el Doctor Monje... Que trabajito costó que me dejaran hablar con él... primero la secretaria, después la señorita Robles... pero no nos ibamos a ir de allí sin hablar con él después de habernos plantado en Sevilla... Al fin me dejaron hablar y más de lo mismo "no hay quirófano"... pero no cerró todas las puertas, me dijo que iba a pedir un permiso a la federación para poder operar en Julio a los que nos habíamos quedado para Septiembre... Así que para Córdoba con esa esperanza, pero sin saber cuando me llamarían... Joder, que difícil era tener que resignarme... no poder hacer nada más... el hecho de pensar que tenía que esperar a que pasara todo el verano para poder operarme me derrumbaba, escuchar "Septiembre" era sinónimo de lágrimas de impotencia, ya no podíamos hacer nada más... luchamos durante un mes por una fecha antes de verano... ya la teníamos y el día de antes te dicen que no... pero ya sólo podía esperar una llamada... Y al final sí hubo llamada... :))
Ahora recuerdo todas aquellas lágrimas, lágrimas que no eran de dolor... sí eran lágrimas de desesperación, lágrimas de impotencia, lágrimas por querer algo y verlo cada vez más lejos...
Me pregunto ¿por qué lloramos?, ni una sóla de todas las lágrimas que ruedan por nuestras mejillas cambian nuestros destinos, sin embargo brotan... o se nos hace un nudo en la garganta y es mucho peor... Si me paro a pensar un segundo las últimas veces que he llorado, todas y cada una de ellas son de impotencia, por no poder cambiar algo que ha ocurrido, por saber que no puedo hacer nada para que las cosas sean como me gustaría que fueran... ¿Y cuando paras de llorar qué? Todo sigue exactamente igual que en el momento que te derrumbaste... ¿entonces para qué? Pues no lo sé!
Pero para para para... seguro que habéis llorado también de alegría o de risa, y tampoco se pueden controlar las lágrimas en esas ocasiones, pero se pasa algo mejor... :))
Os dejo una frasecilla de San Agustín, no sin antes desearos que lloréis... pero de alegría..., la frase dice:
"Las lágrimas son la sangre del alma"