Un tren pasó y sin darme tiempo a comprar el billete subí, fue el mejor viaje de mi vida, muy cortito, pero mágico e inolvidable… quería seguir viajando, pero la locomotora, a pesar de estar cargadita de carbón, se paró… no me quise bajar, ahí me quedé durante mucho tiempo esperando que retomara su marcha, esperando seguir el viaje, pero el maquinista me dijo una y otra vez que no podía seguir en ese tren, que debía bajar y no dejar escapar los minutos en un tren que se había quedado sin vía… Intenté bajar varias veces, pero al recordar aquel viaje, volvía a subir, volvía a hablar con el maquinista, me decía que no había carbón ya, yo me preguntaba cómo no iba a haber carbón si el tren no se había movido del sitio donde se paró y en ese momento, en ese instante, estaba cargadito… el maquinista me decía que el carbón se había mojado, que era muy difícil que prendiera, que no era el momento de esperar a que se secara, que si algún día estaba listo para retomar el viaje me buscaría para que volviera a viajar en su tren…
Ahora, he vuelto a bajar de ese tren, un tren que nunca olvidaré, pero del que ya sí debo bajar, estaré esperando que el maquinista me llame para volver a subir, pero no sé durante cuánto tiempo, no depende de mí, una vez subí a un tren que no estaba esperando… ahora deambulo por la estación, esperando una llamada o que el destino haga pasar otro y me invite a subir…
Oigo un ruido… parece un tren que se acerca…, no voy a comprar el billete, pero estaré preparada por si me invitan a subir, mientras tanto disfrutaré en la estación con toda la gente que anda subiendo y bajando de trenes, con todos vosotros que os bajasteis conmigo y que sé que volveréis a subir en aquel en el que me suba, porque no subimos a un tren… enganchamos el vagón en el que viajamos juntos.